EL DATO
Un disc-jockey en el vestuario del Lugo
Viernes por la mañana. Termina el último entrenamiento del Lugo antes del partido contra el Girona y los jugadores salen hacia los vestuarios. Fuera, compañeros de la prensa escrita esperan que les firmen una camiseta para regalársela a un compañero por su 50 cumpleaños. Todo en orden, hasta que de repente una música a todo volumen sale de algún lugar desconocido del Anxo Carro. ¿Serán las pruebas de megafonía? Las preguntas sobre de dónde procede se responden pocos minutos después.
Cuando ya no queda casi nadie en el vestuario local y la música se apaga, sale Óscar Díaz. El madrileño, sonriente y muy amigo de las bromas, es señalado por el míster, que mientras es entrevistado por un compañero de Marca, se despide del pichichi con un "ahí va el disc-jockey". Se le notaba a Óscar orgulloso de este rol, hasta hoy desconocido, que desempeña en el vestuario, y su respuesta es muy clara: "Cuando yo llegué, esto era como un cementerio".
Y parece que esto de pinchar música va para largo, y que si todo sigue igual podrá seguir disfrutándolo durante mucho tiempo, porque como dijo Setién a modo de despedida del curioso momento, "mientras siga marcando goles, se lo permitiremos".
Cuando ya no queda casi nadie en el vestuario local y la música se apaga, sale Óscar Díaz. El madrileño, sonriente y muy amigo de las bromas, es señalado por el míster, que mientras es entrevistado por un compañero de Marca, se despide del pichichi con un "ahí va el disc-jockey". Se le notaba a Óscar orgulloso de este rol, hasta hoy desconocido, que desempeña en el vestuario, y su respuesta es muy clara: "Cuando yo llegué, esto era como un cementerio".
Y parece que esto de pinchar música va para largo, y que si todo sigue igual podrá seguir disfrutándolo durante mucho tiempo, porque como dijo Setién a modo de despedida del curioso momento, "mientras siga marcando goles, se lo permitiremos".
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