OPINIÓN
Confiemos
Confiemos en que vuelva la calma social de la mano de las personas que hoy lideran el CD Lugo, los artífices de conseguir un club saneado, modelo de gestión y orgullo de muchos lucenses
José Núñez, José Bouso y Daniel Lombardero, en junio de 2004 saliendo del local del CD Lugo en Rúa Nova, 13 |
18 de mayo de 2003. El CD Lugo, tras un inicio de temporada nefasto, consigue de la mano de Javier Vidales y José Luis Mosquera algo que parecía meses atrás impensable: llegar a la última jornada con opciones de salvación. Un gol inicial de Héctor Peláez acerca el sueño de los lucenses, pero el Real Madrid B de los Soldado, Luís García, Codina, etc. abofetea a los rojiblancos llevándolos a un pozo que hacía 17 años que no pisaban, el de la Tercera División. Un joven Juanfran, hoy vigente campeón de Liga e internacional absoluto con la selección española, es el encargado de ejecutar el descenso con un gol suyo.
El Lugo se despedía así de una categoría que era un sueño alcanzar hacía no mucho tiempo y que hoy suena a castigo, la 2ª División B. Empezaba una nueva etapa que se antojaba difícil de gestionar, con 300.000 euros de déficit participando en una categoría con escasos ingresos. No había autoridades en los palcos, pocos empresarios se peleaban por ocupar un hueco en él y el Ángel Carro solo lo visitaban unos pocos románticos del rojo y blanco.
A pesar de esto hay una persona que decide dar un paso al frente y tomar las riendas cuando todo el mundo prefiere mirar a otro lado, Daniel Lombardero Torneiro. Decide hacerse con un paciente moribundo que a priori solo parece traer problemas. El objetivo es claro: curar el déficit del enfermo en un plazo de cuatro años y a partir de ahí crecer sosteniblemente. Para ello se rodea de un equipo austero que decide encabezar con José Bouso -presidiendo el club- y Carlos Mouriz al frente de la dirección deportiva, dos personas claves en el futuro próspero del club y cuyo trabajo es reconocido por la amplia mayoría de la afición lucense. Personas que no generan fractura o división entre los rojiblancos, dos palabras muy utilizadas en los últimos meses a la hora de hablar del CD Lugo y que no existieron prácticamente en el vocabulario rojiblanco en los últimos 10 años.
El trabajo empieza a dar sus frutos y la regeneración es tanto económica como deportiva. El equipo guiado en los despachos por Daniel Lombardero, Bouso, Mouriz, Efrén Álvarez y Olga Matalobos, y con Juan Fidalgo como técnico, consigue el ansiado ascenso en 2006, reduciendo además de forma importante los problemas económicos. El club vuelve a 2ªB sin grandes sufrimientos, incluso viendo de cerca algún año los play-off de ascenso a Segunda, como en la temporada 07/08.
Pero justo cuando todo parece funcionar correctamente, con el club en continuo crecimiento después de varios años de descensos de categoría, deudas y gestoras al frente del Lugo, llega en 2008 el primer momento convulso institucionalmente. Daniel Lombardero y Efrén Álvarez deciden abandonar la directiva, entrando en ella nuevos miembros y ampliando su número hasta once. Entre ellos se encuentra el que a día de hoy busca convertirse en accionista mayoritario del club. Su paso es efímero pero suficiente como para crear una importante tormenta con el apoyo de otros directivos. Piden sin éxito la cabeza de Carlos Mouriz y terminan dimitiendo tras no lograr sus objetivos de cambio.
No sabemos por qué camino hubiesen llevado al Lugo estos cambios pretendidos. Lo que sí sabemos, conociendo la historia del club, es que muy pocos soñaban en 2008 -y menos en 2004- lo que iba a ocurrir en años venideros.
La confianza que tiene Bouso en Mouriz en este difícil momento es clave. En minoría ante una directiva recién renovada y en contra logra aguantar a Mouriz en su cargo. Tras la dimisión de éstos entran en su lugar Víctor Ferreiro, Alejandro de las Heras, Xosé Anxo Lage, Pepe Latorre y Luciano Rodríguez, personas de confianza del presidente y el proyecto consigue dar un nuevo paso adelante. El año convulso termina y en 2009 se crea el tándem deportivo de más éxito en la historia del Lugo: Quique Setién en el banquillo y Carlos Mouriz en la dirección deportiva.
Aquel al que alguno quería cortar la cabeza es hoy uno de los directores deportivos más respetados del panorama nacional, y el técnico que eligió para ocupar el banquillo local del Ángel Carro, Quique Setién, ha pasado de ser un entrenador con poco caché y experiencia a ser el técnico que más tiempo lleva al frente de un club profesional español, y un deseado en banquillos con mucho más nombre que el del CD Lugo. El campeonato del grupo I de 2ªB por primera vez en la historia del Lugo, el ascenso de categoría en el año 2012 o las tres temporadas consecutivas en Segunda son hitos difícilmente imaginables para algún lucense el 18 de mayo de 2003, cuando al CD Lugo se le antojaba el peor de los futuros.
Y ha llegado el 2015, con el CD Lugo completando un trienio en Segunda y en crecimiento sostenible desde hace 11 años, pero con un ambiente enrarecido. La tormenta institucional vuelve, y casualmente con idéntico protagonista por medio. La puesta en venta de las acciones que pertenecen a Diputación y Concello de Lugo genera una fractura social hace pocos meses inesperada. La venta farragosa al primer empresario que muestra interés en comprar las acciones -con cambio de bases de por medio- degenera en caos con la entrada en acción del ya mencionado ex-directivo.
La afición lucense se encuentra con un empresario que empieza criticando la venta del paquete accionarial a una única persona y que acaba pocos días después haciendo algo con lo que era crítico. A la oferta incoherente con su discurso se le suma un modus operandi opaco y aprovechándose de la transparencia de su competidor por el paquete accionarial.
Es a partir de este momento cuando la paz social se rompe y empieza la desconfianza y/o rechazo de parte importante de la afición rojiblanca. Cada aparición de dicho empresario y ex-directivo solo aumenta la confusión convirtiendo el proceso de venta en cada vez más delirante y disparatado: tras una rueda de prensa en la que se muestra altamente presionado, anuncia que está "sopesando mucho si sigo adelante", algo que no vuelve a mencionar en siguientes apariciones en medios de comunicación, donde deja caer que sigue adelante con su idea de ser accionista mayoritario.
Su discurso se centra ahora en hablar de un futuro proyecto que busca el crecimiento del club y hacer del CD Lugo una plataforma de exposición de la ciudad, algo que ya se ha conseguido y se está consiguiendo gracias a sus actuales miembros y que corre peligro de que desaparezca ya que muchos de ellos abandonarían el club con su llegada. Una salida que él mismo asume y que no le parece importar al afirmar que ya trabaja con gente ajena al actual CD Lugo.
Confiemos en que esta fractura social sea pasajera. Confiemos en que solo se vuelva a hablar de fútbol cada vez que se mencione al CD Lugo. Confiemos en que vuelva la calma social de la mano de las personas que hoy lideran el CD Lugo, los artífices de conseguir un club saneado, modelo de gestión y orgullo de muchos lucenses. Confiemos en un Lugo sin experimentos. Confiemos en un club gestionado por personas que peleen no solo en las buenas. Confiemos en un Lugo que busque como único objetivo el ser orgullo de lo más valioso que tiene: sus aficionados. Confiemos.
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